domingo, 22 de agosto de 2010

ANTES QUE ANOCHEZCA

I

-Y... ¿desde cuando estás aquí? -interrogó Hermann a Sergei.
-Desde que llegué a casa, luego de la guerra -respondió Sergei, con una tibia lágrima rodando por su mejilla. -De pronto empecé a notar que todos... mi hermano, mi padre, me trataban con total indiferencia. Y mamá no decía nada; tampoco supe en que momento empezó a tener tanta fe. La veía rezar todas las noches, como jamás la ví cuando niño. Me sentí tan extraño y ajeno a todo, que decidí tomar mi bolsa y huir de allí. Así llegué a este lugar.
-Créeme que te entiendo; yo sentí lo mismo cuando mi esposa se había acostumbrado tanto a mi ausencia, que dormía con una foto mía bajo la almohada. Y cuando llegué, no me quedó otra que abandonarla de nuevo a los pocos días, al darme cuenta que ya ni me notaba, por la costumbre a la soledad -concluyó Hermann, aunque con expresión más fría, comparada con la de Sergei.

Aquel lugar estaba lleno de soldados ex- combatientes de la Segunda Guerra Mundial, así como de familias enteras que habían huido de las grandes ciudades a causa de los bombardeos, por lo que casi no cabía un alma más. El lugar daba la impresión de ser una enorme casa de grandes habitaciones compartidas, aunque tenía las paredes quemadas y un techo el cual no cubría todo; pues ese refugio también había sido bombardeado por aviones enemigos en el tiempo de la guerra.


II

Empezaba a nevar y debían usar las frazadas para cubrirse del crudo invierno.
-Porque el alma, con el tiempo suele congelarse también -les relató alguna vez a Hermann y Sergei un viejo también exiliado en aquel lugar.

Josephine, una linda niña de unos siete años más o menos, de cabello rubio y corto, que se encontraba exiliada con toda su familia en la habitación de al lado, llegaba siempre muy temprano a despertar a Sergei para jugar a lanzar avioncitos de papel por toda la habitación; y por la tarde, dormirse plácidamente escuchando los relatos de Sergei, sobre los lugares que conoció durante la guerra.
Los días pasaban sin novedad. Nunca nadie en el exilio recibía cartas de algún familiar que se encontrase lejos.

Algunas veces Hermann y Sergei salían al jardín a conversar y recordar sobre lo que habían hecho en tiempos anteriores, cuando no habían sido aún llamados al servicio.
-Cuando conocí a Anna, mi esposa -decía Hermann -sentí que la conocía desde siempre, aunque ella vivió toda su vida en París, con sus padres. Ellos jamás estuvieron de acuerdo con que se enamorara de un soldado. Un buen día tuvimos que huir hacia un refugio similar a este; hasta que conseguí una pequeña casa lo suficientemente decente, como para darle la vida que merecía. Un año después, tuvimos a nuestro hijo Gustav. Y tú, ¿jamás te casaste? - interrogó como siempre a Sergei.
-Yo tenía una novia, se llama Dariane y es la chica más hermosa que he conocido -recordaba Sergei. -Habíamos decidido casarnos al llegar el verano; y un mes antes de la boda, estalló la guerra y tuve que dejar todo para cuando regresara. Ella me dijo que esperaría el tiempo que fuese necesario. A mi regreso a casa, antes del segundo llamado, mis padres me dijeron que Dariane en un momento de depresión tomó el arma de su padre y se disparó. Jamás lo creí; aunque el segundo llamado se dió tan rápido, que ni siquiera tuve la oportunidad de llegar a su casa, para comprobar que no era cierto.
La encontré hace un par de meses -continuó emocionado Sergei -bastante cambiada, lejana y con la mirada llena de nostalgia. Es lógico, después de haberla dejado tanto tiempo. Pero quedamos en encontrarnos nuevamente cuando empiece el verano... y ya falta poco -concluyó.


III

Empezaban a caer los primeros rayos de sol y a dispersarse el frío, por lo que Josephine salió también a jugar al jardín buscando a Sergei, su fiel compañero de juegos, para hacer volar avioncitos. Josephine era muy simpática y muy analítica al mismo tiempo; podía sorprender con sus preguntas a cualquiera.
Faltaban pocos días para que iniciara el verano. Sergei contaba las horas que faltaban para reencontrarse con su amada Dariane, mientras Hermann se conformaba con ver la foto de Anna y su pequeño Gustav.

-No la dejaré ir más -dijo Sergei a Hermann.
-Pero sabes que no podrás vivir fuera de aquí; éste es nuestro destino -le replicó Hermann.
-Entonces la traeré conmigo -comentó Sergei, algo molesto.

Un atardecer, Sergei vió por la ventana a Josephine sentada en el jardín, llorando. Entonces, le pidió a Hermann que lo acompañe a ver a su "nenita cabellos dorados", como llamaba Sergei a la pequeña Josephine.
Cuando le preguntó por qué no le veía la bella sonrisa de siempre y en lugar de eso, lagrimitas que lo herían profundamente, Josephine le contestó:
-Lloro, porque extraño a mi hermano mayor que como ustedes, también fue a la guerra. Cuando empezaron a caer las bombas en la ciudad, mis papás y yo tuvimos que dejar la casa y buscar un refugio. Nunca más supe de él -decía Josephine, secándose un poco las lágrimas -y tal vez él nunca viene, porque no sabe donde encontrarnos -dijo poco antes de concluir, más analítica que nunca, con una pregunta que sorprendió demasiado a los dos valientes soldados.

-Y tú Hermann... ¿cómo moriste? -interrogó Josephine, mucho más aliviada entonces.
-Fue luego de bloquear el ingreso de los alemanes a Moscú. Días después, en el hospital y poco antes de morir, me dieron la gran noticia de que lo habíamos logrado -contaba Hermann -aunque no sé de que me valió todo eso, a cambio de extrañar tanto a mi esposa y mi hijo -concluyó, con una lágrima cayéndole por el rostro; la primera desde que dejó su hogar, por el servicio.
-Y tú Sergei... ¿cómo moriste tú? -preguntó Josephine a Sergei.
-Empieza a anochecer y debo irme -responde Sergei, algo preocupado. -Dariane me espera en la estación del Centro -dijo.
-¿Por qué no respondes a la pregunta de Josephine, amigo? -replica Hermann.
-Porque tendremos todo el tiempo para eso -responde Sergei -y Dariane lleva tanto tiempo esperándome, que no deseo hacerla esperar más. Volveremos antes que anochezca.

domingo, 26 de julio de 2009

CONTINUACION DEL AMANECER DE UN VIERNES CUALQUIERA

Abrí los ojos de pronto
con lágrimas de sangre,
del recuerdo de
antiguos ultrajes;
y solo deseé desvanecer
mis demonios
para ir tras de ti
y vivir bajo tu condición
de amante en extinción,
sobre tu cama
bajo tu techo,
entre lunas y soles
de paraísos inmortales.

AMANECER DE UN VIERNES CUALQUIERA

Amanecer de un viernes cualquiera,
perdiéndome en la remembranza
de la noche anterior,
cuando tu boca tocó
mi lado más secreto,
cuando tibias lágrimas
mojaron las blancas sábanas
que nos rodeaban como el
refugio más puro
de los actos más impuros
y sublimes a la vez.


Madrugada apresurada
de deseo interminable,
cuando mis manos recorrieron
hasta el milímetro final
tus lugares dormidos
(en un cielo utópico) que
despertarían luego con un
grito de gloria eterna
ahogado en tu garganta
que antes conservara
el sabor dulce y salado
que nadie más conoció
de mi mar extenso.


Y solo deseo verte de nuevo
y tener la libertad
de explorarte cada vez
que quiera amar los territorios
conquistados por mí;
y que a la luz del sol
cuando el cansancio se haya
apoderado de nuestras
palabras, solos en el silencio
contemplemos nuestros templos
que serán reconquistados
en gritos ahogados
cada noche de jueves de color
vino tinto y fuego encendido,
de aroma a dolor, gloria y
rabia incontenibles,
tras la puerta cerrada - pasado
enterrado en nuestras espaldas.

TODOS Y NINGUNO

Te sueño llegar cada noche
de ausencias compartidas.
Me aferro a tus besos
que se desvanecerán en un amanecer
de aves solitarias.


Te siento tan intenso,
con cada palabra que
como daga envenenada, me mata lento
y aún así espero más.
Y mi calidez gusta de mezclarse
con tu frialdad, hasta congelarse
entre cuatro paredes del olvido.


Somos uno y a la vez todos
y ninguno,
al decir lo que no sentimos y al sentir
lo que jamás decimos,
al tenernos sin querer y al querernos
sin tenerlo.


En tu mirada distraída-distante
continuaré perdiéndome
y en el sendero que jamás compartiremos
seguirás siendo uno solo
y todos y ninguno con mi soledad,
para seguir soñándote como cada noche…

D-ESPACIO AZUL NEVADO

Mi alma envuelta
en mar profundo
de amores que matan
con fusil nevado.
Seres alados,
espacios surreales
en mis cálidos
sueños abstractos.

Hoguera que arde
destellos de luna,
disparos confusos
en tardes de lluvia...
disparos grises
de metralla en tierra,
de soldado no vencido
por la fría guerra.


Desiertas colinas,
tormentas de arena;
corazón ahogado
de noche serena.
Sol naciente
de atardeceres
y agonizante
en flor del alba;
nostalgia súbita y febril
de una madrugada
que quiso ser amada
un anochecer de Abril.


Y se me acaba
el infinito sueño
y retorno a ser
fugaz verdad;
y un disparo de nube
en la paz de mis alas,
para mi alma que sube
con insomnio de balas.


Y por galaxias
del azul extenso
un ángel dorado
viajará con ellas,
recorrido inmenso
de imaginación del espacio
para morir despacio
en alfombra de estrellas.

Y NADA MAS

Sobrevivo horas al amanecer
adorando en silencio
tu subliminal destello de luna
en una noche que nació
solo para volverse eterna
en el refugio de mi alma
que duerme su paz infinita
en tu mirada de canto
de gorriones, que abrigan
bajo sus alas
mi primavera dulce
y calma de mis días
más felices.

Atravieso las paredes
de noche estrellada
y doy un paso más allá
de la frontera que
tu tímida voz ha marcado
para mantenerme al límite
entre tu indiferente abismo
y tu cielo apasionado,
de los cuales me da igual
caer o elevarme hacia el espacio,
pues sea dulce o amargo...
los dos son tú y nada más.

Cuando hablas o callas,
cuando tu mirar me ha plasmado
cual fotografía en medio
de un abstracto,
cuando me regalas una risa
de niño libre correteando
por el verde prado
percibiendo mis sueños
y guardándolos en tus manos
de inocencia y primer amor
aún dormido...
solo te amo y nada más.

Siempre te reservo
un lugar en mi mesa
y una copa de vino tinto
junto a mi fogata,
esperando que el fuego encienda
como enciende tu calma
mi voz y mi silencio,
mi dulzura y mi mirada
y mi sombra que se ilumina
cual alba y espanta a la
noche más oscura para
cuidar tus sueños...
solo te espero y nada más.

viernes, 15 de mayo de 2009

PONGAMOS QUE HABLO DE JOAQUIN - Noche Sabinera 2


...'Y nos dieron las diez' y las once, caminando 'Por el boulevard de los sueños rotos', aquel ubicado en un pueblo con mar en donde la 'Calle Melancolía' es el lugar ideal. Iba tarareando 'La canción más hermosa del mundo', aunque sería mucho más hermosa si la cantara 'Contigo'. Si aceptas esta propuesta, celebraremos juntos durante '19 días y 500 noches' como siempre que 'Nos sobran los motivos' para hacerlo.
Ahora son 4!!Gracias al éxito y lleno total del primer "PONGAMOS QUE HABLO DE JOAQUIN - Noche Sabinera", ahora tendremos el gusto de compartir contigo "PONGAMOS QUE HABLO DE JOAQUIN - Noche Sabinera 2" en las voces de: José Pasco, Omar Camino, José Ramos y S-Siro, porque hoy y siempre nos seguirán sobrando los motivos para celebrar al maestro de maestros JOAQUIN SABINA.
Fecha: Jueves 4 de Junio
Hora: 10:00 pm
Lugar: La Estación de Barranco
Dirección: Av. Pedro de Osma 112, Barranco
Entrada General: 15 soles
Consumo mínimo: 20 soles
Contacto y pre-venta: 989665260 / 995744770 (Denisse 'Dhanaisha' Santisteban)
Organiza: LOWLAND PRODUCCIONES
*NOTA: La misma noche del evento, quienes deseen podrán adquirir en la entrada el poemario de Joaquín Sabina "CIENTO VOLANDO DE CATORCE" al precio de 20 soles.